El tubo de rayos X es el lugar en donde se genera los rayos
X, en base a un procedimiento mediante el cual se aceleran unos electrones, en
primer lugar, para después ser frenados bruscamente. De esta forma se obtiene
los fotones que constituyen la radiación ionizante utilizada en radiodiagnóstico.
Para ello, dicho tubo consta de:
Un filamento metálico (cátodo) que, al ponerse
incandescente, producto del calor, produce una nube de electrones a su
alrededor (efecto termoiónico). Estos electrones son acelerados mediante
elevada diferencia de potencial (kv), y
se les lleva a chocar contra el ánodo, en donde son frenados liberando
su energía cinética como fotones que constituyen los rayos X utilizados en
clínica.
Elementos básicos que constituyen el tubo: la copa de
enfoque conteniendo el filamento, situado en el interior del cátodo, enfrentado
del ánodo. En el centro de esta estructura tenemos el blanco de wolframio sobre
el cual inciden los electrones.
Todos los elementos están contenidos en una carcasa de
vidrio al vacío para facilitar el desplazamiento de los electrones sea lo más
rectilíneo posible. El haz útil de rayos de rayos X sale en la dirección
mostrada, donde el espesor del vidrio es menos que en el resto, es la
denominada ventana de rayos X. rodeando esta estructura se encuentra una carcasa
de plomo y acero. Entre ella y el tubo es necesaria la existencia de un sistema
de refrigeración, con el fin de disipar el calor que se produce al chocar los
electrones contra el ánodo, de la energía empleada en la producción de rayos X el 99% se convertirá e calor y solo el 1%
en rayos X.
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